La etapa de Lima colonial empieza apartir del año 1569. Empieza a surgir mucha variedad de nacionalidades, estilos y formas en esta época, y otras ciudades de América compiten para lograr modernidad que solo Lima la tiene, ya que tenemos paisajes urbanos y una sabrosa tradición.
La originalidad de la cuidad embozada por el colonialista Francisco Pizarro , se debe a la forma antigua y clásica que es hoy un patrimonio para la humanidad. Las calles mantienen la belleza de la arquitectura que cuenta con un valor histórico meritorio. La catedral de Lima fue fundada en 1625 con esplendidos altares, además también se inauguró la iglesia de San Francisco y el convento de Santo Domingo que es ahora la Universidad de San Marcos, la constitución mas antigua de las Americas.
En esta época, la población fue aumentando, y para el año 1790, ya eran más de 52 mil habitantes, sin mencionar a los miles de esclavos africanos que trabajaban en las haciendas vecinas para alimentarlos. Se creo ostentación, magnificencia, opulencia y una legendaria vida cortesana. El Virrey, era el principal representante de la monarquía española, ya que este título suponía la culminación de una carrera exitosa y de gran ascenso.
Las entradas a Lima para los nuevos virreyes eran maravillosas. Se adoquinaban las calles con barras de plata desde la entrada a la ciudad hasta el Palacio del Virrey, y todo esto ocurría mientras los demás españoles de la península y hasta el propio rey se abatían. Esto demuestra la variación histórica en la producción de plata, debido a los grandes cambios en los ingresos económicos de la ciudad. La historia de dichos ingresos está ligada al intercambio entre la plata de Potosí por las mercaderías importadas de Europa vía Panamá.
Finalmente los destinos de la economía de Lima del siglo XVIII no se pueden desvincular del desarrollo y articulación de los mercados del Alto Perú, Chile y Buenos Aires, cuyo tráfico reemplazó al de Panamá.
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